miércoles, 13 de febrero de 2008

Una obsesión que casi me costó la vida. (Elena García Sánchez, 4ºESOB)


Siempre fui la más reservada de mis hermanas. Ellas, a menudo, contaban sus cosas en casa. Yo, sin embargo, me las guardaba.
Con apenas 16 años conocí a un chico que verdaderamente me conquistó. Todo era tan bonito que parecía un sueño. Con él me sentía como jamás en la vida me había sentido con alguien: me hacía feliz, reír, le contaba todas mis cosas como nunca se las había contado a nadie…se convirtió en parte de mí.
Con el tiempo, mi familia se preocupó, pues había bajado mis notas, sólo quería estar con él y cuando estaba en mi casa, era a todas horas en las nubes pensando en él, sólo me sentía bien a su lado.
Pero todo cambió a los seis años y medio de relación. Hacía ya meses que mi familia lo había notado más raro conmigo pero yo, al estar ciega de amor, ni lo noté.
Una noche de diciembre me llamó al móvil y me dijo que ya no me quería como antes, que de aquel amor sólo quedaba cariño, que se había enamorado de otra. Yo no me lo podía creer, no me podía estar pasando esto, pero así fue.
Perdí el apetito y, como consecuencia, peso. No podía vivir sin esa parte de mí, durante aquellos seis años me obsesioné tanto que ahora no era capaz de sobrevivir. Con él, perdí contactos. Ahora a mí, una persona tan reservada, me costaba relacionarme y apoyarme en otras personas que fuesen él.
Todo ello me llevó a caer en una horrible enfermedad: la anorexia. Pensé que igual le había dejado de gustar porque estaba gorda, y dejé de comer de una manera brutal. De 55 kilos pasé a 38.
Mis padres, preocupados, me llevaron a un profesional. Éste me ayudó y el avance de la enfermedad me causó el ingreso en un hospital. Allí me llevé unos seis meses y, sin querer, del enfermero me enamoré.
Él me ayudó a sobrevivir a mi enfermedad y, actualmente, estoy con él. Me hace muy feliz, forma parte de mi vida como también mi familia, pero no parte de mí, como aquel otro que ni quiero recordar. Y lo importante es que aprendí a no obsesionarme por ningún tío y, cómo no, a valorarme como persona, a quererme a mí misma.
Con esto quiero dar ejemplo a todas esas chicas que en este momento se estén enamorando, para que no lleguen al extremo de la obsesión. Mira yo, con apenas 16 años me obsesioné con un tío que al parecer no valía la pena, perdí 6 años de mi juventud y eso es algo que ya nunca más podré recuperar.
Nota: Esta historia, en cierto modo, está basada en hechos reales, con una única diferencia, y es que aquella chica no cayó en la anorexia pero, desgraciadamente, en la actualidad, no estuvo ni está con el enfermero, sino con aquel chico por el que estaba obsesionada y que tanto daño le hizo.

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